Porque sí, porque estoy grande y la memoria me empieza a fallar o porque, quizá y simplemente, no quise recordar del todo lo que Lucy había comentado.
A "El Permiso" lo lees de un tirón, pero ese tirón te desgarra a la velocidad de un rayo, como cuando te sacas la curita de la piel para que no te duela tanto. O cuando te depilas y sentís la cera quemandote como si estuvieras en Salem, en el medio de la hoguera pagando por todos tus pecados de bruja malvada. O de persona sentipensante, para traerlo a nuestros días.
Este "Permiso" nos tironea como la vida misma, como el amor, el desamor, y como todas esas ausencias previsibles y las otras, las inesperadas; nos cachetea para que comprendamos lo difícil que resulta tomar decisiones, tanto que a veces dejamos que las tomen por nosotros...hasta que maduramos y empezamos a darnos el permiso más importante: el de la libertad, el de elegir cómo y con quién. Que no es lo mismo que manotear lo primero que se te cruza para seguir tapando y tapando lo que no querés ver.
El libro es simple pero efectivo. Los diálogos y los dibujos son realistas y no hay risas ni chistes fáciles.
Densé ustedes también el permiso y lean a un Brian Janchez reflexivo y profundo.
Yo ahora mismo, mientras escribo, me dí el permiso de emocionarme y llorar. Por lo que fue, por lo que ya no será , pero con la convicción de que aún y mientras esté viva, (aunque grande y con menos memoria), tengo mucho para hacer.
Yo ahora mismo, mientras escribo, me dí el permiso de emocionarme y llorar. Por lo que fue, por lo que ya no será , pero con la convicción de que aún y mientras esté viva, (aunque grande y con menos memoria), tengo mucho para hacer.
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