domingo, 3 de febrero de 2019

“Creo que vine hasta Francia a resolver viejos temas pendientes”

Pedro Mancini está en Francia haciendo una residencia. Desde allí y para el mundo, este autor súper completo desmiente categóricamente que hace historietas para ahorrarse la terapia que le dejaron sus traumas infantiles. En un reportaje “casi” internacional nos revela cómo es su presente, sus dudas respecto al futuro  y su manera - simple pero efectiva - de exorcizar fantasmas a través del plumín.

Pedro Mancini, oh la la

Betina Pascar : Sos un autor multifacético, sin embargo algunos dicen que la mayoría de tus laburos apuntarían a sublimar tus traumas infantiles.  ¿Ser (o parecer) un loser-tierno, garpa?

PEDRO MANCINI: A la larga puede ser. La historieta autobiográfica funciona bastante por la identificación que pueden tener los lectores con los personajes. Así que al hablar sobre uno mismo y los propios problemas, terminás invitando a pensar sobre los de cada persona que lee el comic. Por mi parte igual debo decir que no hubo una especulación en ese sentido. Empecé a hacer comics en esta línea por necesidad, para sacar de adentro cosas que me molestaban.

BP: No todas tus historietas son autobiográficas ni con personajes derrotados, ¿cómo fue trabajar con Damián Connelly en “Felicidad”, por ejemplo, donde se plantea un universo opuesto que te exigió incluso crear personajes más expresivos a los que nos tenés acostumbrados? ¿Cómo recibiste la noticia de los Premios que obtuvo este libro? (Premio a mejor historieta nacional otorgado por la gente de EL LADO G  y mejor cómic nacional del 2018 en  ColossusCom Catamarca.)

PM: El trabajo con Connelly fue buenísimo, nos entendimos muy bien. Tenemos códigos comunes, gustos musicales y de lectura cercanos, así que fue fácil para uno entrar en el mundo del otro. El fue muy generoso al hacer un guión casi pensado para mí y mi forma de hacer historieta. Recibí la noticia de los premios con mucha alegría. La verdad es que jamás pienso en premios cuando trabajo. Pero sobre todo me pegó este reconocimiento estando lejos de casa. Además, es un libro que quiero. Creo que hicimos un buen trabajo.

BP: Al elegir dónde vas a dejar tu impronta ¿qué te lleva a aceptar un laburo donde el guión pertenece a otro? Te gusta el trabajo en equipo o preferís la soledad de tu propia creatividad?

PM: La verdad es que cada vez me cuesta más trabajar con guionistas. Siento que tengo tantas cosas que quiero hacer solo que no quiero quitarme el tiempo que necesito para hacerlas. Pero sé que es saludable salirse un poco de las propias ideas, abrirse a jugar con lo que pueda proponer otra persona. Incluso volvés con otra cabeza a lo tuyo. Sin lugar a dudas suma.

BP: Ahora estás en Francia. Contanos sobre esta experiencia.

PM: La residencia tiene dos partes. Por un lado doy clases en un Lycée en las afueras de París. No es que dé una clase yo solo (todavía no hablo francés así que sería complicado), si no que colaboro con distintas materias. Los chicos trabajan los mismos contenidos de cada materia pero trasladándolos a historieta. Trato de pasarles data sobre cómo funcionan los comics. La experiencia es un flash total. Encontré gente muy buena onda entre los profesores, y un montón de chicos increíbles y muy curiosos no solo por la historieta, sino también por Argentina y cómo vivimos allá. Ahora mismo la escuela está en un conflicto muy grande ya que el estado les encajó a un ex gendarme como personal de seguridad. Así que estamos con un montón de huelgas y protestas. De todas formas es bueno ver a los chicos tan involucrados con el tema. Ojalá vaya todo mejor.

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Pedro Mancini y Claire Latxague
PM: Por otro lado estoy trabajando en Niño Oruga (o Enfant Chenille), un libro que trata sobre la relación que tuve con mi abuelo, Ricardo Passano. Él fue un actor muy  famoso en su juventud en Argentina, que más adelante perdió todo por cuestiones políticas. Esto lo trastornó bastante, afectando a todas las personas que lo rodeábamos. La idea es editarlo con Éditions Insula, mi editora acá y su editora, Claire Latxague, la artífice de toda mi relación con este país. Insula es una editorial francesa dedicada a publicar a autores de Argentina y latinoamérica acá. De paso estamos festejando sus cinco años, por lo que estamos haciendo muestras y participando de cuanto festival podemos.

BP: ¿Qué edades tienen los chicos con los que están laburando en el Liceo?

PM: Entre 16 y 18, son chicos bastantes marginados, es una escuela en una zona de refugiados así que hay una gran variedad multicultural. La mayoría son franceses,  nacidos acá, pero de familias que vienen de todos lados. Muchos de África.

BP: ¿Y les hablas en inglés?

PM: Si, o en español, ellos tienen español, así que en parte el chiste es que aprendan conmigo. Tienen un nivel bajo, pero bueno.

BP: Y después de Angouleme, ¿qué?

PM: Después de Angouleme me queda la mitad de la residencia. Voy a seguir en la escuela, y avanzando con el libro, el cual estoy publicando por capítulos en fanzines. Y a seguir con toda la actividad, festivales y todo lo que vaya surgiendo.

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BP: Estando en otro país, ¿cómo se ven las polémicas que ocupan el mundo historietil hoy en nuestro país, a saber : historieta vieja vs. historieta nueva?

PM: No le doy ni cinco de bola a las polémicas. El mundo virtual se presta mucho para el quilombo y la gente mala leche está siempre dispuesta a bardear. Así que prefiero tener mis discusiones alrededor del comic con gente que me voy cruzando. No es que no esté atento a lo que va pasando. Todo lo contrario, estoy siempre tratando de ver qué hay de nuevo. Pero desde otro lugar, más constructivo. Tampoco digo que todo el mundo tenga malas intenciones, pero me cuesta interactuar de esa manera. No me tomo muy en serio nada que pase en redes sociales.

BP: ¿Tenés muchos amigos en la historieta?

PM: En Francia no muchos, estoy haciendo buena onda con varios pero no grandes amigos… es poco tiempo aún. En Argentina bastantes.

BP: ¿Y te dan ganas de quedarte allá?

PM: Yo no tengo ciudadanía, así que en algún momento me rajarán, pero para mi trabajo sería genial. No sé si me quedaría en Francia, pero quedarme por Europa, sí.

BP: ¿Dónde?

PM: Estoy por ir a España con las cosas de Insula, varios libros son mudos así que funcionan en cualquier lado, después te cuento cómo anduvo… y qué se yo, hay varias residencias. Hay una interesante en Roma también.

BP: ¡Te la vas a pasar haciendo residencias!

PM:  Una vez acá se te despierta ese radar...  mucha gente vive de residencia en residencia pero no sé qué va a pasar conmigo la verdad. Está buena esa incertidumbre.

BP: Por la forma en que dibujás, yo te hacía más estructurado, o sea como un tipo que intenta tener todo bajo control.

PM: Jajaja, soy bastante estructurado; pero bueno, estaré cambiando o es que resulta tentador el panorama de comic acá. En Europa hay un mercado gigante, las tiradas de cada libro son una locura, editan más de lo que consumen…

BP: Qué envidia, ¿no?

PM: Sí, ojalá Argentina levante, talento sobra pero no ayuda nunca la economía.

BP: ¿De chico que leías?

PM: Leía los comics de las series de dibujos animados que veía, por ejemplo: He-man, Transformers, Tortugas Ninjas. Después mucho superhéroe… Batman, Superman y ya en la adolescencia pasé al comic más underground: Crumb, Daniel Clowes, Charles Burns, Peter Bagge…

BP: ¿Crees que alguna vez podrás superar el mito que - decís - ronda sobre tu familia a partir de la historia de tu abuelo y reconocer el ganador que hay en vos, o preferís no ahondar sobre eso y seguir exorcizando los fantasmas a través del plumín?

PM : Jaja, no lo sé. Creo que vine hasta acá a resolver esos viejos temas pendientes. Lo loco es que me haya tenido que venir tan lejos. Igual hay algo con la distancia que creo que está funcionando. Este comic lo empecé hará unos siete u ocho años. Cuando mi abuelo falleció lo corté. Ahora lo estoy rehaciendo desde cero y siento que tengo una mejor mirada sobre todo el asunto. No es lo mismo hacer las cosas desde el caos mental mismo, que tomando esa distancia. A veces es mejor, a veces no. En este caso siento que le hace mejor a las ideas.

Betina Pascar

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