Carlos Pacheco, el enorme artista español- con una paciencia infinita y la mejor onda- pudo encontrar espacio y tiempo entre todas sus actividades para acceder a esta entrevista. Si la palabra es lo que nos salva – y estoy segura de ello – me gusta mucho imaginar cómo estas palabras que vas a leer, palabras hechas preguntas, viajaron hasta el viejo continente y fueron respondidas de madrugada, en un micro “subiendo a Madrid”.
“La palabra es lo más bello que se ha creado, es lo más importante de todo lo que tenemos los seres humanos. La palabra es lo que nos salva”
(Ana María Matute, novelista española)
BP: ¿Cómo ves el panorama actual del cómic en España?
CP: Lo veo francamente bien, creo que nunca ha habido tanta cantidad artistas, historietistas, dibujantes, guionistas y autores completos trabajando para tantos mercados diferentes, incluido el español. Si bien no es muy potente, la industria en España se va adaptando a los nuevos tiempos trabajando con grandes superficies culturales como “Fnac” y produciendo obras destinadas a distintos públicos. También es muy interesante el fenómeno de la novela gráfica. El mundo del cómic ha cambiado, las estructuras que se conocían hasta ahora no se pueden mantener, necesitan renovarse, y en esa situación nos encontramos.
BP: Todavía hay gente que cree que el cómic es una subcultura, ¿cuál es tu opinión al respecto?
CP: ¡No puedo estar de acuerdo! Sólo hay que echar un vistazo a las obras capitales del siglo XX realizadas en formato de cómic… Alberto Breccia, Hugo Pratt, Carlos Giménez, Moebius, Will Eisner y otros nombres de los grandes de la historieta han producido obras que son absolutamente importantes de manera transversal en la cultura del siglo XX y XXI.
Además, el momento cultural en el que vivimos es incomprensible sin la historieta, no solamente por la parte de entretenimiento con las películas de superhéroes sino por el impacto cultural que supone la llegada de creadores de distintos medios (como literatura, cine, poesía, teatro, etc.) y que viven su mundo habiendo sido en su infancia o juventud, o hasta la actualidad, influidos por la historieta, por ser lectores y aficionados. Se me ocurre ahora un escritor, narrador, literato y poeta español, mi granamigo Manuel Francisco Reina, que es un aficionado a la historieta desde su infancia y como él tantos y tantos otros, y tantas estrellas televisivas, músicos, presentadores de televisión, directores de periódicos, catedráticos de universidad… Hace poco estuve en una charla con el Rector de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla compartiendo la escena ambos. Eso era impensable antes, hace apenas 30 años. Es decir, esas personas que de adolescentes o jóvenes vivían su afición de manera aislada, hoy ocupan puestos sobresalientes de la sociedad.
Otra cosa distinta, como decía Antonio Machado, es que a veces la gente suele despreciar todo aquello que ignora. Es más fácil pensar que si no conozco tal medio o tal obra no es porque yo sea un ignorante sino porque tal obra o tal medio en particular no merecen ser conocidas. Es más fácil el segundo camino que asumir la realidad, que se tiene una carencia en la formación.
BP: ¿Creés que tu trabajo es más valorado en el exterior que en España?
CP: En absoluto. Me siento orgulloso por el cariño, respeto y admiración que me demuestran en mi país. No son cosas de las que me guste hacer gala ni nombrar, pero vienen al caso: soy hijo predilecto de mi ciudad, soy medalla de la provincia, medalla de oro de la región, premios, menciones… Eso va incluso más allá del respeto hacia la obra porque las distinciones políticas se hacen en ocasiones desde el desconocimiento a la obra pero el reconocimiento hacia la figura en la que, de manera involuntaria, te acabas convirtiendo.
BP: Trabajaste y actualmente seguís haciéndolo con artistas argentinos, ¿qué opinión te merecen en relación a los artistas europeos o yankis? ¿Hay diferencias sustanciales?
CP: Hay diferencia porque siempre hay escuelas. Sin embargo, en el mundo de hoy, un mundo globalizado, los aislamientos culturales ya no tienen lugar como ocurría antes. Y claro, entonces existía una escuela argentina con unos estilos muy, muy, muy definidos. Podías apreciar esas características gráficas de los artistas -como te comentaba- desde Alberto Breccia, a su hijo Enrique Breccia, a Mandrafina, incluso Hugo Pratt pertenecía a esa escuela. También Oesterheld, como guionista, o Solano López… en fin, esa gran escuela de autores del cono sur era definida y admirada.
Yo era seguidor de todos esos artistas. Tengo el privilegio de ser amigo de Horacio Altuna que es para mí uno de los más grandes narradores vigente y más activo que nunca; de hecho Horacio junto con Carlos Giménez, son dos clásicos contemporáneos de los que podemos disfrutar en plenitud.
Y todavía encuentro esos rasgos en dibujantes como Mariano Taibo, con quien he trabajado durante mucho tiempo, encuentro ese trazo y esa personalidad. El estilo gráfico se ve determinado por la nacionalidad porque imprime carácter. Yo sigo, lo digo sinceramente, con muchísimo interés el trabajo de gente a la que admiro, como por ejemplo Ariel Olivetti que es también muy amigo mío y cuando viene a España nos juntamos y echamos nuestros ratos comiendo y bebiendo… o Rodolfo Migliari, Eduardo Risso, que tienen un talento impresionante.
BP: ¿Cómo es el proceso de ver pasar un cómic a un film, tal el caso de tu experiencia como dibujante de “The Life of Captain Marvel”, que pronto se estrenará en el cine?
CP: En el caso de “La vida de la Capitana Marvel” ha sido muy particular porque hubo que ajustar al personaje, trasvasarlo para adaptarlo en función de lo que la película nos va a mostrar. Teníamos que coger ese personaje y encajar su biografía historietística en lo que la película va a ofrecer. Contrario a lo que la lógica nos podría hacer pensar, que nosotros somos los que tenemos que liderar por vejez, porque los personajes han nacido o llevan más tiempo en este medio, no es así: las películas generan un beneficio mucho más grande y el mundo del comic tiene que adaptarse a esas producciones cinematográficas. La mayoría de la gente piensa que las películas se basan en los cómics pero en verdad son éstos los que se tienen que adaptar .
BP: ¿Habrá cambios en el cómic luego de la película, tanto en la historia como en su equipo creativo?
CP: Si, muchos cambios. Al principio algo tan simple como la longitud de su pelo, pero también hay cambios en su biografía, en su historia, en su propia naturaleza, en sus poderes… Hay grandes cambios de los que no puedo decir nada porque, aunque se haya editado en EE.UU., todavía hay otros países donde no se editó y no quiero romper los contenidos a quienes esperan para leer esas aventuras.
BP: La última: si pudieras elegir un dream team del comic mundial ¿qué guionista y qué dibujante lo formarían?
CP: La tengo complicada porque son tantísima gente que admiro, tantísima gente a la que he leído y que me conforma, y gente que sigue saliendo, gente joven que veo llegar con un talento indescriptible. Me es una pregunta muy difícil pero intentaré salir del paso. Lo limitaría al mundo de los superhéroes ¿vale?, lo circunscribiría al territorio superheroico de manera que eso nos permita movernos en un escenario más completo porque si no la cosa se dispara de manera absoluta.
Como guionista elegiría a Alan Moore que me parece el más grande guionista surgido de las páginas del comic book; es uno – como decía al principio – de esos grandes referentes culturales del siglo XX y XXI. Su obra traspasa los límites del medio donde nace e influye en la obra de otros creadores.
Y como artista escogería el Barry Windsor-Smith de los primeros años ’80, el de Lifedeath, Wounded Wolf e incluso el de finales de Red Nails o The Song of Red Sonja… Ese Windsor-Smith, que ya había abandonado su influencia consciente por Jack Kirby, y abrazaba a los prerrafaelitas como Rossetti y el resto de los pintores, haciendo una obra llena de detalles, de capacidad narrativa y de atmósfera.
Creo que esa comunicación entre Moore y Windsor-Smith, siendo los dos británicos además, podría ofrecer una epopeya historietística sin parangón.
Betina Pascar
Arte: Gustavo Schimpp
(Entrevista publicada en Gorgona Digital)
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