martes, 29 de enero de 2019

“Cada nuevo libro es un desafío del que nunca puedo saber, a priori, si saldré airoso”

"La humildad es la base sólida de todas las virtudes" (Confucio)👈


Francesc Capdevila (Max) comenzó a hacer cómics animado por Robert Crumb. Años más tarde (en el 2007) ganó el primer Premio Nacional del Cómic de Barcelona. Inquieto y humilde, cuando lo contactamos estaba a punto de irse de vacaciones. Sin embargo, no puso ningún reparo para acceder a esta “charla” donde le preguntamos acerca del desafío de haber hecho el primer cómic para ciegos y , además, nos contó acerca de sus últimos trabajos.
Max, a la izquierda, en el Taller que sirvió para preparar el cómic tátil

BETINA PASCAR: Sos un artista hábil y sensible, pero hacer un cómic para no videntes o gente con visión reducida, era un desafío mayúsculo ¿por qué creés que te convocaron a vos para esta tarea?

Max: Creo que me convocaron a mí precisamente porque mi trayectoria abunda en una búsqueda de la ampliación de los territorios expresivos de la historieta. He trabajado la historieta y el dibujo a partir de otros ámbitos como la poesía, la música, la danza contemporánea, la filosofía…

BP: Tuviste que trasladar todos los recursos del cómic a un lenguaje táctil, ¿cómo te fuiste inspirando y encontrándole la vuelta a este trabajo?

M: Lo primero fue informarme de las experiencias previas en cómic táctil (apenas dos, y bastante recientes ambas). Luego codirigí con Mery Cuesta un taller mixto con 4 estudiantes del máster de cómic de la escuela Elisava (Barcelona) y 4 personas voluntarias de la ONCE (la organización que agrupa en España a personas invidentes o con visión reducida) interesadas en las artes plásticas. En ese taller pude observar de cerca cómo perciben los invidentes su entorno y cómo lo expresan plásticamente (trabajamos con arcilla, creando viñetas en bajorrelieve). Ahí empecé a descartar muchos de los recursos gráficos habituales en la historieta que no servían para el caso. Y, de hecho, la gran mayoría no sirven. Luego, los múltiples condicionantes y restricciones del trabajo (las técnicas de impresión en relieve, el tamaño de impresión, las dos lenguas (inglés e italiano) en que había que rotular los textos, etc.) me acabaron llevando hacia un territorio visualmente muy sumario, colindante con el pictograma y el diseño gráfico.

BP: Este cómic marca un antes y un después en materia de lectoescritura para ciegos y para la temática de inclusión de personas con discapacidad. ¿Eras consciente del desafío y la importancia que tenía este proyecto cuando lo aceptaste?

M: Sí, era todo un desafío, y enseguida supe que si yo tenía que situarme en un terreno puramente experimental a la hora de crear, también los lectores iban a tener que enfrentarse a una lectura inédita e igualmente experimental para ellos. Era consciente de que había un amplio margen para el fracaso. Pero me lo planteé como un ensayo en una dirección, que quizá luego otros podrían aprovechar y mejorar, si se revelaba suficientemente útil.

BP: El cómic está hecho de modo que lo puedan leer tanto los videntes, los invidentes y las personas con baja capacidad de visión. Luego de su presentación y ya pasado un tiempo, ¿pudo ser implementado efectivamente o continúa en la fase de experimentación?





M: Mi cómic era una parte del proyecto del artista Antoni Abad y los curadores Mery Cuesta y Roc Parés, “La Venezia che non si vede”, seleccionado por Cataluña para su pabellón en la Biennale de Venezia 2017. Las 16 páginas que dibujé se incluyeron en el catálogo de la muestra, pero el método de impresión con resina en relieve es extremadamente caro, así que se editaron solo unos 400 ejemplares que fueron destinados a promoción y a su venta en el recinto de la Biennale.

Estuve en la inauguración con el grupo de invidentes venecianos que habían colaborado con Abad y se interesaron mucho por mi propuesta, pero eran días agitados y leer táctilmente exige tiempo y concentración. En general, comprobé que sin ayuda les resultaba muy difícil interpretar la narrativa en imágenes. Aparte de eso, no he tenido demasiado feedback.

BP ¿Las historietas son un género que no tiene techo?

M: Pues no, no tienen techo. Se debe, creo, a ese uso indiscernible de palabra e imagen en apoyo mutuo, y sobre todo al hecho de que es, posiblemente, el lenguaje artístico que más espacio da al lector: de hecho le obliga a imaginar todo cuanto no está visible sobre el papel (que es mucho, empezando por el sonido y el movimiento, y continuando por las calles entre viñetas… En la historieta el lector siempre es co-autor.

BP: Me voy un poco de tema ya que vos declaraste haber sido fanático en tu juventud de Asterix y Tintín, que este año justamente festejan 60 y 90 años respectivamente (entre otros aniversarios que celebraremos en el mundo del cómic), ¿habrá algún festejo privado en particular? ¿Qué recuerdos te generan estos aniversarios?

M: Oh, bueno, ningún festejo en especial!… A Asterix lo tengo un poco olvidado, pero Tintín ha estado siempre presente como ejemplo en mi cabeza. Lo releo constantemente, es una muestra de auténtico mecanismo de relojería narrativo y visual.

BP: Hablando de celebraciones, no puedo dejar de preguntarte acerca de tu participación en “La Aventura de la Primera Vuelta al Mundo, que narra el viaje de Magallanes y Elcano, y formará parte de las actividades de conmemoración de ese hecho histórico entre este año y el 2022. ¿Podrías contarnos algo sobre ésto?

M: La verdad es que no puedo contarte demasiado ya que sólo hice la portada del libro, esa fue toda mi participación.

BP: En algunas biografías te presentan como el “rebelde del comic” ya que comenzaste en los ’70 en el comic underground, fanzineando. Claro que desde entonces pasó mucho agua bajo el puente (tu puente), pero ¿qué queda de aquel revolucionario de los comienzos?

M: Pues queda todo y nada. Los años y el mundo y la vida me han pasado por encima, como a todos. Pero enseguida decidí que si algo no podía perder de aquella época insumisa era la libertad de acción, la creación ajena a los condicionantes del mercado.

Eso he intentado mantenerlo contra viento y marea. Con algún que otro bache, claro, he hecho y sigo haciendo en cada momento lo que creo que debo hacer, lo que nace de mi deseo. Nunca he querido construirme una fórmula, cada nuevo libro es único y lo afronto como un reto, un desafío que me planteo a mí mismo y del que nunca puedo saber, a priori, si saldré airoso.

BP: ¿Qué nuevos proyectos te tendrán como protagonista ya sea en el mundo de las historietas como el de la ilustración?

M: Acabo de publicar en España “Rey Carbón” (Ed. La Cúpula), mi cómic menos convencional: 160 páginas sin palabras, acerca del nacimiento del dibujo. Y acabo de publicar también “El bubillo de madera”, un cuento infantil escrito por mí e ilustrado por Flavia Gargiulo. El siguiente proyecto está al caer: “La línea”, un conjunto de tres historietas que he creado para las paredes del Centro José Guerrero de Granada, y cuyo fundamento está en su adecuación y su juego con el espacio que las acoge, y no en su publicación en papel. El dibujante Sergio García y la poeta y crítica de cómic Ana Merino comparten conmigo esta exposición conjunta titulada “Viñetas desbordadas”, y que se inaugura el 22 de enero. Y luego estoy trabajando en una película sobre mi obra, una mezcla improbable de documental y ficción, pero ahí estamos apenas empezando y no hay mucho que contar aún.

Max con su  último cómic : "Rey Carbón",  el menos convencional y más animalista 


BP: ¿Con tanto trabajo, cuándo podremos tenerte por Argentina nuevamente?

M: De momento va a ser difícil que vaya a Argentina, pero nunca se sabe… ¿no?


Betina Pascar


(Fotos gentileza El Periódico)



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